Trazar el camino hacia una cultura organizacional saludable es importante.
En los últimos 10 años, tanto a nivel teórico, práctico y empírico, ha existido una efervescencia de tratados sobre cultura organizacional. Para Chatman y O’Reilly (2016), se desarrollarán seis dimensiones fundamentales dentro de la cultura organizacional de la empresas, siendo éstas: la adaptabilidad, la orientación a los resultados, la orientación detallada (táctica), el trabajo en equipo, la orientación al cliente y la integridad.
El espectro de acción que la empresa debe cuidar de su cultura es amplio y requiere la suficiente atención desde todos los niveles de la organización. Un esquema fundamental resumido puede hacer que el enfoque de los involucrados sea más específico y, a la vez, estratégico en términos de contribuir de manera práctica a una cultura sana en valores y que tenga altos niveles de compromiso, creatividad y productividad.
Lo primero es predicar con el ejemplo. Dicho de otra forma, un liderazgo ejemplar en el que se modelen los comportamientos hacia valores positivos.
Segundo, la comunicación debe ser clara con respecto a la visión, a la misión y a los valores que predica la organización. Fomentando la transparencia se genera confianza y credibilidad en todas las interacciones; brindando retroalimentación continua de forma constructiva y reconociendo los logros.
Lo tercero pasa por promover un ambiente colaborativo siendo inclusivos y con respeto, no solo a la opinión de los demás sino a su integridad. Estos canales de comunicación abiertos y efectivos permitirán incentivar a la cooperación e intercambio de ideas permanente entre los miembros del equipo, impulsando la resolución de problemas de manera colectiva y creativa.
Finalmente, el desarrollo personal y profesional marcarán la pauta para ofrecer oportunidades de aprendizaje y desarrollo continuo, apoyando el equilibrio en el trabajo y la vida personal. Todo esto fomentará la autonomía en la toma de decisiones siendo responsables de los actos con valentía.
La consecuencia de todo ello es, sin duda alguna y con suficiente evidencia mundial, el logro de metas claras y alcanzables tanto a nivel personal como organizacional. Dicho en palabras de Su et. al (2009 como se citó en Mesfin 2022), esto garantiza un alto rendimiento en las organizaciones, demostrando, mediante sus productos y servicios de calidad, su liderazgo interno y externo en el valor que entregan al mercado.
Este esquema proporciona una visión integral de cómo contribuir a una cultura organizacional saludable en valores, con compromiso y productividad. La implementación efectiva de estas prácticas puede fortalecer el sentido de pertenencia, la motivación y el rendimiento en de la organización.